Ella sabía que cuando llegara a aquel punto del camino, no habría retorno. Aquel sería el punto de fuga. Aquel lugar sería el momento de agitar la bandera blanca y gritar me rindo. Aquel lugar sería el momento de decir con voz clara: Basta para mi, basta para todos. Aquel lugar sería el momento de aceptar que las derrotas duelen, sean previsibles o no. Aquel lugar sería la certeza de que su cuerpo era ahora territorio conquistado por el enemigo.
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