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Hace tres semanas me fisuré una pierna. Dolió mucho, pero por suerte tengo memoria muy labil para el dolor y rapidamente olvidé todo. Lo que no consigo olvidar es la incomodidad que esta bota plástica me ocaciona en la vida cotidiana.
Así es que volvía de mi terapia, con algo de mal humor extra a causa de la bota y de que la sesión se había extendido un poco más de lo debido y no llegaba a tiempo a buscar a Frani por el cole.
Veo en la esquina detenido por el semáforo, al objeto más preciado para mi en esa situación: el colectivo 60. Pienso que no me importa nada cuanto va a dolerme la pierna más tarde e inicio una ridícula carrera para alcanzar el colectivo, por suerte, un chico que estaba ya subiendo, le pide al chofer que espere y yo logro subir al colectivo.
Como mi madre hizo de mi una persona muy educada, a veces en exceso, con una amplia sonrisa le digo al chico que había detenido al colectivo:

L: Muchísimas gracias!
Chico: Un placer
Y yo recordando las enseñanzas de mi madre, nuevamente, amplia sonrisa
Chico: ¿Te puedo hacer una pregunta?
L:  Si, claro
Chico: ¿Tenés una mail fácil de recordar?
L: ¿ Para?
Chico: Para escribirte...
L: No, no tengo (siempre con sonrisa como enseñó mamá)
Chico: ¿ Y uno dificil?
 L: Tampoco
A todo esto una señora que iba junto a nosotros seguía el diálogo con toda atención, hasta que no pudo más e intervino:
Señora: Nena, dale un mail, es amoroso!
L: Eh...(roja de vergüenza)
Señora: Dale un mail, mirá que caballero, te vas a arrepentir, yo sé lo que te digo...
L: Bueno, hagamos así te doy mi blog, te parece?
Chico: Genial

Hoy leyendo algunos comentarios recibo uno muy gracioso que decía esto: Hola Laura, soy Eloísa, la señora del 60, me encantó leer tus trabajos, contame como va el romance.
Uno encuentra lectores donde menos lo espera. Gracias Eloísa, me alegraste el dia.