Imágen Javier Giovannelli

sábado, 2 de abril de 2011

Camas salvajes

Me gustan las camas desprolijas, tibias, que huelen a alcohol y a sueños pesados. Me gustan las camas con perfumes densos y dulces. Me gustan las camas que guardan historias y olvidan  nombres. Las camas feroces, que asfixian, que dejan sin aliento.
Me gustan las camas que llevan días sin armarse y las sábanas se mezclan en las piernas como si hubiera alguien más durmiendo en ellas. Me gustan las camas que huelen a sexo sucio y a revolcones salvajes. Me gustan las camas que desatan tormentas. Me gustan las camas que  cuentan secretos. Me gustan las camas que son como cuencos profundos donde anidar.
Me gustan las camas que invitan a siestas eternas a plena luz del día y develan misterios prohibidos en la oscuridad de la noche. Me gustan las camas pesadas, esas que te atrapan y sumergen y a las que hay que pedirles permiso para poder salirse de ellas.
Me gustan las camas que te tatúan  su perfume en la piel y te duermen con su arrullo al oído. Me gustan las camas caóticas, en las que es imposible contar ovejitas o lo besos que te caben en la espalda. Me gustan las camas que no preguntan, las camas a las que no les importa el pasado. Me gustan las camas a las que no les inquieta el futuro.
Me gustan las camas que embriagan sin tregua, que sacuden, que desarman, que hacen perder la razón, el pudor, la vergüenza. Las camas sin tiempo, ni despertadores, ni normas, ni horarios. Las camas sin apuros. Las camas anárquicas, en las que se sabe cómo se duerme, pero jamás cómo se despierta.

2 comentarios:

Leo dijo...

Nena me encanta leerte así! Besos

Damián dijo...

No podés ser más linda!!

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