Frani y yo paseabamos por la plaza. Pero un hipo muy fuerte se había apoderado de Frani y empezaba a ponerse de mal humor. Para tranquilizarlo le hice el siguiente comentario:
L: Cuando yo era chica y tenía hipo, mi abuela me decía que era porque estaba creciendo...
Frani: ¿Te crecía el cuerpo o el cerebro?
L: Supongo que el cuerpo...
Frani: Ah, si porque el cerebro te crece sólo por buenos pensamientos...
L: ¿ Ah, si? ¿Quién te dijo eso? ¿ Tu Angel de la guarda?
Frani: No Má, la ciencia.

Imágen Javier Giovannelli
domingo, 26 de septiembre de 2010
Infancias crueles
Estabamos almorzando y Frani ataca de este modo:
Frani: Má? Decime una cosa ¿Vos tuviste una infancia felíz o una infancia difícil?
L: Tuve una infancia muy felíz, ¿Por qué me lo preguntás?
Frani: Por nada...
L: Y vos ¿Tenés una infancia felíz o difícil?
Frani: Y...difícil
L: ¿Por qué?
Frani: Y...me dejás ver sólo una hora de tele, me obligás a bañarme todos los dias, me hacés comer verduras, me obligás a ir al cole y hacer la tarea...¿no te parece mucho para siete años?
Frani: Má? Decime una cosa ¿Vos tuviste una infancia felíz o una infancia difícil?
L: Tuve una infancia muy felíz, ¿Por qué me lo preguntás?
Frani: Por nada...
L: Y vos ¿Tenés una infancia felíz o difícil?
Frani: Y...difícil
L: ¿Por qué?
Frani: Y...me dejás ver sólo una hora de tele, me obligás a bañarme todos los dias, me hacés comer verduras, me obligás a ir al cole y hacer la tarea...¿no te parece mucho para siete años?
Temas del corazón
La maestra de Frani decidió cambiarlo de banco, porque hablaba mucho con su anterior compañero y ahora comparte sus mañanas con Renata, su novia desde el jardín.
Frani: ¿Te conté que ahora me siento con Renata?
L: No, no lo sabía. ¿Estás contento?
Frani: Creo que si...
L: Y decime una cosa ¿Siguen siendo novios ustedes?
Frani: No, ya no
L: Ah! ¿ Y qué pasó?
Frani: Y nada, pero fuimos novios mucho tiempo, desde los tres...
L: Ah, es cierto ¿Y tenés alguna novia nueva?
Frani: No, es como que mi corazón quiere estar solitario, ¿entendés?.
Frani: ¿Te conté que ahora me siento con Renata?
L: No, no lo sabía. ¿Estás contento?
Frani: Creo que si...
L: Y decime una cosa ¿Siguen siendo novios ustedes?
Frani: No, ya no
L: Ah! ¿ Y qué pasó?
Frani: Y nada, pero fuimos novios mucho tiempo, desde los tres...
L: Ah, es cierto ¿Y tenés alguna novia nueva?
Frani: No, es como que mi corazón quiere estar solitario, ¿entendés?.
domingo, 19 de septiembre de 2010
Final
Soy de las chicas a las que les cuesta decir basta. Te cuesta el límite, dirían muchas de mis ex terapéutas, con algo de razón, supongo.
No es que no lo vea, lo veo con toda claridad. Sé detectar el preciso momento en el que la transgresión deja de ser divertida. No soy de las chicas a las que las que les encanta forzar límites sin medir costos. Es solo que no aprendo a parar a tiempo.
Me dejo llevar, a pesar del miedo, del dolor que se que vendrá tarde o temprano, a pesar de la angustia que aumenta poco a poco, de la desesperación que me invade, a pesar de la decepción que se acrecienta, a pesar de esa tristeza que me cierra tanto la garganta que no puedo gritar basta, ni en el último momento.
Y después lo de siempre: llorar las ausencias, evocar imágenes agradables, escarbar en recuerdos hasta que duela el cuerpo, desarmarme, romperme en tantas partes como sea posible y quedar devastada.
Entonces, recién entonces, decido volver a empezar. Armarme con paciencia, con la ayuda de amigos, que para esta altura conocen la secuencia tan bien como yo.
Mirarme al espejo: los ojos hinchados de llorar, la mirada triste, no hay sonrisa, no hay rastros de amabilidad. Mirarme fijo a los ojos, prometerme que eso no volverá a pasarnos, que esta fue la última vez, que ya no más seguir hasta el final, que al final nunca pero nunca, nunca el sapo se convierte en príncipe. Cerrar los ojos, prometerlo con todas las fuerzas, abrir los ojos, dibujar una sonrisa, respirar hondo y descubrir que teníamos los dedos cruzados.
No es que no lo vea, lo veo con toda claridad. Sé detectar el preciso momento en el que la transgresión deja de ser divertida. No soy de las chicas a las que las que les encanta forzar límites sin medir costos. Es solo que no aprendo a parar a tiempo.
Me dejo llevar, a pesar del miedo, del dolor que se que vendrá tarde o temprano, a pesar de la angustia que aumenta poco a poco, de la desesperación que me invade, a pesar de la decepción que se acrecienta, a pesar de esa tristeza que me cierra tanto la garganta que no puedo gritar basta, ni en el último momento.
Y después lo de siempre: llorar las ausencias, evocar imágenes agradables, escarbar en recuerdos hasta que duela el cuerpo, desarmarme, romperme en tantas partes como sea posible y quedar devastada.
Entonces, recién entonces, decido volver a empezar. Armarme con paciencia, con la ayuda de amigos, que para esta altura conocen la secuencia tan bien como yo.
Mirarme al espejo: los ojos hinchados de llorar, la mirada triste, no hay sonrisa, no hay rastros de amabilidad. Mirarme fijo a los ojos, prometerme que eso no volverá a pasarnos, que esta fue la última vez, que ya no más seguir hasta el final, que al final nunca pero nunca, nunca el sapo se convierte en príncipe. Cerrar los ojos, prometerlo con todas las fuerzas, abrir los ojos, dibujar una sonrisa, respirar hondo y descubrir que teníamos los dedos cruzados.
sábado, 18 de septiembre de 2010
Dos mensajes
Ayer recibí de Clarita, una amiga a la que quiero mucho, este mensaje:
Estoy caminando por Santa Fé, Se usan mucho los lunares y las rayas.
A los diez minutos llega el segundo mensaje:
Malas noticias, me espera un verano difícil: ni los lunares ni las rayas me quedan bien.
Estoy caminando por Santa Fé, Se usan mucho los lunares y las rayas.
A los diez minutos llega el segundo mensaje:
Malas noticias, me espera un verano difícil: ni los lunares ni las rayas me quedan bien.
domingo, 12 de septiembre de 2010
Me fui
Los pies descalzos al sol. El cuerpo relajado, la mente dispersa. Imaginando por qué no fue lo que no ocurrió y por qué si lo que sucede. Laberintos sin sentido en los que elijo perderme de tanto en tanto. Los ojos cerrados y de fondo el sonido del agua. En medio de tanto ruido aterrador, me gusta saberme una isla.
sábado, 4 de septiembre de 2010
Caminos
Ella hubiera hecho cualquier cosa por olvidarlo, por desconocer su olor, por borrar su voz. Ella estaba dispuesta a grandes sacrificios por dejarlo ir. Pero ella es como el agua, no tiene consistencia y corre sin sentido por los caminos que aparecen hasta perderse en oscuras lagunas. Ella sabe que cuando él pierda el rumbo definitivamente la arrastrará con él.
Desiertos
El cuerpo arrasado por el dolor
la locura tatuada en la piel.
Las marcas de la cruelad en lineas violetas
los golpes del olvido morados de furia
el abandono dibujado en la palma de la mano.
Desde la otra orilla, una niña que no conozco
me reclama a gritos.
la locura tatuada en la piel.
Las marcas de la cruelad en lineas violetas
los golpes del olvido morados de furia
el abandono dibujado en la palma de la mano.
Desde la otra orilla, una niña que no conozco
me reclama a gritos.
Abismarse
El borde del precipicio en los pies
y balancearse
hacia adelante, el miedo, la curiosidad
hacia atrás, la seguridad, el dolor
hacia adelante, lo intrépido, lo desconocido
hacia atrás, lo que fui, lo que ya no seré
hacia adelante, los que vendrán
hacia atrás, los que se fueron.
Cerrar los ojos y soltar sin tregua.
y balancearse
hacia adelante, el miedo, la curiosidad
hacia atrás, la seguridad, el dolor
hacia adelante, lo intrépido, lo desconocido
hacia atrás, lo que fui, lo que ya no seré
hacia adelante, los que vendrán
hacia atrás, los que se fueron.
Cerrar los ojos y soltar sin tregua.
Nada
La mirada despojada
los labios morados del placer.
Las manos crispadas
la piel poblada de terror.
Los ojos ciegos
la boca llena de dolor.
El cuerpo tenso
el espíritu labil del desinterés.
Todo lo que podía perderse
se perdió al fin.
Cuando nada debería importar
la cobardía urge.
los labios morados del placer.
Las manos crispadas
la piel poblada de terror.
Los ojos ciegos
la boca llena de dolor.
El cuerpo tenso
el espíritu labil del desinterés.
Todo lo que podía perderse
se perdió al fin.
Cuando nada debería importar
la cobardía urge.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)